jueves, 25 de septiembre de 2008

Teoria de la Sociedad y Pedagogia - Niklas Luhmann

Teoria de la Sociedad y Pedagogia - Niklas LuhmannSinopsisA partir de la publicación en 1984 de su obra fundamental, Sistemas sociales, el pensamiento de Niklas Luhmann se ha convertido en un clásico de las ciencias humanas. La influencia de sus ideas es manifiesta en campos tan dispares como el derecho, la economía, la epistemología, el arte, la religión y la pedagogía. La filosofía de Luhmann se inscribe en las corrientes funcionalista y sistémica, pero las modifica sustancialmente al introducir el concepto de autopoiesis, que toma de la biología. Un sistema es autopoiético cuando se reproduce por y desde sí mismo. Para Luhman, la sociedad es una sistema que no se compone de hombres sino de comunicaciones. El ser humano no forma parte del sistema social sino de su entorno. Esto supone una auténtica revolución y un escándalo para la sociología clásica. Este libro es una recopilación de cuatro trabajos de sociología de la educación que el propio autor ha seleccionado para su publicación en castellano. Luhmann trata aquí de algunas de las cuestiones pedagógicas más importantes: las diferencias generadas por el sistema educativo, las críticas a la tecnología de la educación, el problema de la comprensión entre profesores y alumnos, y las finalidades de la educación.

Con Niklas Luhmann, sociólogo nacido el 8 de diciembre de 1927, en Lüneburg, Alemania, hijo de padre alemán y madre suiza, pasa como con algunos de los más importantes pensadores de la Comunicación, de la talla de Charles Sanders Peirce (1839-1914), padre del Pragmatismo Norteamericano: que una serie de circunstancias que envuelven su vida personal les oculta –acaso voluntariamente- del escaparate del prestigio académico internacional, por más que sus planteamientos desvelan con inusitada facilidad algunas de las más inquietantes interrogantes que ocupan a sus colegas durante decenios.
Y no es casual que dé yo inicio a estas reflexiones citando al sabio de Cambridge, porque tanto Peirce como Luhmann muestran interesantes coincidencias, como el hecho de haber alcanzado cierta notoriedad local –Peirce en la Universidad Hopkins y Luhmann en la de Bielefeld- aun cuando permanecieron prácticamente anónimos para el grueso de la comunidad académica mundial; ambos con proyección de sus ideas en notables estudiantes de sus cátedras, debieron, empero, aguardar “su descubrimiento” en la referencia editorial de extraños: el ruso-americano Roman Jakobson en el caso de Peirce, y el español Ignacio Izuzquiza por lo que hace a Luhmann.
Peirce fue un hombre acaudalado, pero su conducta ciertamente antisocial y sus desaciertos financieros le cerraron las puertas, lo primero de la Universidad Hopkins –a pesar de haberse graduado cum laude en Harvard y de ser reconocidos sus méritos como filósofo y académico- y lo segundo de la puritana sociedad de Milford, Pennsylvania, donde pasó sus últimos años, muriendo mísero y solo. Luhmann, por su parte, tuvo una vida tranquila al final de su existencia, pero fueron sus años de juventud los que pueden registrarse como angustiosos, pues contando apenas con 11 años de edad, vivió el estallamiento de la Segunda Guerra Mundial, a la que ineludiblemente se vería arrastrado como soldado, en 1944.
Americanista convencido Peirce, y otro tanto germanista Luhmann, ambos fueron accidental o deliberadamente olvidados hasta que, con cierta demora, algún estudioso se ha percatado del valor de sus disertaciones filosóficas, de sus planteamientos teóricos. Peirce había sentado las bases del análisis semiótico pragmático a la par de los más conocidos estudios lingüísticos de Ferdinand de Saussure, mucho antes de que la disciplina de la Comunicación se organizara formalmente, y hoy constituye un pilar insustituible en la concepción del fenómeno comunicacional en tanto producto de la mente humana; Luhmann advirtió la conformación del mismo fenómeno, pero desde su perspectiva macrosocial, en tanto organización sistémica de naturaleza cibernética, con la debida anticipación a la extensión irreversible del discurso paraverbal, multimedia, que caracteriza actualmente la mass-comunicación. La Semiótica como disciplina epistemológica, y la Cibernética como explicación sociológica de los sistemas de gobierno en las organizaciones (cibernética significa justamente el estudio de las formas de gobernar), dominan hoy la concepción de la Comunicación.
El binomio Peirce-Luhmann sintetizaría, por decirlo de algún modo, las aspiraciones de Harold Dwight Lasswell (asentadas en su famoso Paradigma) por cuanto se refiere al conocimiento profundo de la Comunicación en sus tres vertientes; Peirce resuelve el corpus filosófico y Luhmann el práctico; el conocimiento de ambos abarca el conjunto de lo que John Fiske describe como los dos únicos escenarios pertinentes para abordar el estudio de la comunicación: la obra y el acto. Y en sus ideas se hallan explícita o implícitamente, la mayoría de las intuiciones teóricas de personajes como Levy-Strauss, Schramm, Berlo, Newcomb, Lasswell, Lazarsfeld, Hovland, Saussure, Jakobson, Westley, Mc Clean, Wolf, Mc. Luhan, Gerbner, Mc. Combs y, en fin, aquellos que a lo largo del siglo XX buscaron con denuedo definir todo cuanto contribuya a esclarecer eso que llamamos Las Ciencias de la Comunicación.
No citaré más a Peirce, ya que es de Luhmann de quien hemos de ocuparnos aquí, pero basten los párrafos anteriores para dimensionar adecuadamente la deuda histórica que nos obliga con el pensador alemán, académico de la joven Universidad de Bielefeld, Alemania, de la cual fue -en 1968- el primer profesor contratado, y fallecido el 6 de noviembre de 1998.
Niklas Luhmann plantea que la Comunicación es un proceso selectivo, conformado por una tríada de selecciones que dan inicio con una selección de información de entre un conjunto más o menos amplio, seguida de una selección de la actividad comunicativa que dé cuenta deliberada o no de esa información, y concluyendo con una selección de significación para la comprensión (o no) de la información. Así, la Comunicación sólo tiene lugar cuando se llega el momento de la comprensión, de modo que lo que convencionalmente llamamos mensaje no es un insumo del proceso (según describe la tradicional fórmula emisor-mensaje-receptor), no está contenido en el enunciado (y la forma escogida por el emisor), antes bien es el resultado del contrato social en que se convierte todo intercambio comunicacional; y esa célula de conocimiento consumado, que depende, por otra parte, de su identificación con un contexto determinado, se encuentra lista, pero también obligada, como en todo sistema organizado, a interactuar con otras células.
Luhmann recurre al concepto de autopoiesis (por consecuencia de la Poyética, o su forma castellanizada Poética, íntimamente relacionada con la forma que deriva de la contigüidad del verbo), aplicándolo al análisis de las sociedades, todas las cuales, sostiene Luhmann, deben concebirse como sistemas dotados de significado, como redes de comunicaciones en las que el individuo, en su calidad de unidad fundamental, se integra a la forma general del conjunto.
Esta noción de Luhmann coincide significativamente con el principio de ordenación de algunas de las primeras teorías funcionalistas de la Comunicación, por más que él se negara a ser identificado como funcionalista-estructuralista, en el sentido clásico del término –y en cierta forma tenía razón, pues la idea que tenemos comúnmente acerca del Funcionalismo suele estar impregnada de mitos que empobrecen dicha corriente, relativamente revaluada en años recientes; no obstante, él se asumía funcional –a secas-, pero en la orientación del Análisis Funcional, cuyas modernas aplicaciones incluyen la tendencia constructivista actual a desarrollar diseño curricular basado en normas de competencia-. Concretamente, podemos encontrar compatibilidad con la Teoría de las Normas Culturales, y aun nos ayuda a entender mejor la forma en que opera la Teoría de la Disonancia Cognoscitiva: "La formalización de una organización depende, ante todo, de que los miembros se atengan a reglas”.
Nos muestra, por ejemplo, que “La Educación es también otro sistema funcional, que la sociedad diferencia dinámicamente, para acotar determinado ámbito de problemas y ordenarlos en un espacio de equivalentes funcionales. Como cualquier otro subsistema social, la educación se mantiene como tal sistema en tanto posee un código y un programa que le permiten procesar información y orientar adecuadamente sus comportamientos" (Izuzquiza, 1990).
Hoy, nos damos cuenta perfectamente de que el proceso de comunicación humana es altamente complejo, aun en sus manifestaciones más humildes, pero por más humildes que sean, tales manifestaciones no pueden ser una mera transmisión de mensajes entre un emisor y un receptor, en el lamentablemente sentido finito que suele concederse al modelo matemático de Claude Shannon. La comunicación social no se define a partir de la desagregación de cada unidad individual, sino en virtud de la unión temporal de un mayor número de unidades, de manera que las comunicaciones son observadas como conductas de enlace que surgen de la permanente posibilidad de que sus productos conduzcan a algún lugar; es decir, que resulten civilizatorias, comenzando con la aceptación o el rechazo que, por medio de la selección, se hace de su discurso; vemos aquí, desde luego, un asomo de la concepción de Gerbner.
Así concebida, la Comunicación se convierte entonces en el proceso básico de los sistemas sociales, y es en la búsqueda del equilibrio de sus relaciones –esto nos recuerda a Newcomb- que la inestabilidad potencial y permanentemente corregida por selección, otorga estabilidad a los sistemas sociales: "Las improbabilidades del proceso comunicacional y la manera como se superan y transforman en posibilidades, regularizan a la vez la construcción de los sistemas sociales".
En todo ello, para Luhmann juega un papel preponderante el lenguaje verbal -que es el medio de comunicación desde el cual surgen los otros medios, como los medios masivos y los medios simbólicamente generalizados, dando lugar al hecho cultural, que se erige como la estructura que vincula interacción y lenguaje en la constitución de lo social: "De ninguna manera, éstos (los sistemas sociales) consisten únicamente de comunicación lingüística, pero el hecho de que con base en la comunicación lingüística hayan pasado por un proceso de diferenciación, marca todo lo relacionado con la acción social, incluso las percepciones sociales...”.
De hecho, sin este reconocimiento de la importancia del lenguaje en los sistemas, sería imposible que Luhmann encontrase abrigo en la Poética, porque son las formas significantes, cargadas de significados optativos las que tenderán a la selección expresiva: "Es un efecto intencionado crear una situación tan aguda aunque abierta, y la comunicación puede absorber elementos de presión que empujan al receptor en dirección más a la aceptación que al rechazo", posibilitando el desarrollo sano, en los sistemas organizacionales, de los procesos colectivos.
Una vez que los sistemas logran la estabilidad mediante estas redes, se está en condiciones de hacer Historia, si recordamos que la etimología de la misma nos remite a una trama, a un tejido o red que soporta, con el intermedio de la Comunicación, a la propia cultura, a la civilización. Entonces entran en juego diversos mecanismos de protección del sistema, como las propias Normas Culturales y la Agenda-setting: "Sólo por medio de los temas se puede controlar que la conducta referente a la comunicación propia y ajena sea correcta en el sentido de una adecuación al tema".
Personalmente, creo que una mente como la de Luhmann habría resuelto el problema de la asimilación de la comunicación como estadio sustantivo para la conformación de los sistemas sociales, no hace veinte años –tiempo del que datan sus planteamientos más destacados al respecto- sino desde sus tiempos de estancia académica en Harvard (1960), aunque ciertamente hubiese desprovisto a los investigadores convencionales de las gigantescas satisfacciones que dan los pequeños descubrimientos. Pero así ocurre en todo sistema social... y Luhmann lo sabía.

5 comentarios:

brendamany dijo...

esta muy completo tu tema e interesante.

Belen dijo...

Es muy interesante tu tema y muy bien hecho

blanca dijo...

esta padre tu tema, aparte de que esta muy completo nos hablas de la pedagogia de una forma mas completa

Anónimo dijo...

Este artículo no es original. Busquen la publicación en la página de la UNAM

José Antonio Zapata. dijo...

Excelente tema... me gustó mucho.